Voluntariado y empresas colaboradoras

Nací en Francia hace algo más de 63 años. Y fue precisamente el hablar francés, además de mi experiencia laboral y personal, lo que propició que empezara a colaborar junto a Miguel, el maestro “zen” del taller de mecánica de Fundación Adsis en Valencia. Ese año entraron a formarse dos muchachos centroafricanos, Amadou y Trahoré, que apenas hablaban castellano. Era el año 2015. Y fue el comienzo de una experiencia que cada año que pasa me resulta más enriquecedora.

Y es que ayudar a otras personas siempre es gratificante, pero con el paso del tiempo te das más cuenta del efecto positivo de la labor voluntaria. ¡Qué bonito es volver a encontrarte con algunos de estos jóvenes años después y ver que todavía te recuerdan! ¡Qué gratificante verles insertarse en el mundo laboral, retomar su formación o simplemente evolucionar día a día, desarrollar hábitos o ir haciendo pequeños cambios en su vida!

Formar parte de una gran “familia”, como es el Centro de Jóvenes Taleia, donde todos sus miembros están implicados en un proyecto común, ha sido y es un privilegio, por lo que mientras pueda y las circunstancias me acompañen, seguiré intentando dar y devolver a los demás un poco de lo mucho que otros antes de forma desinteresada me aportaron en la vida. Y animo pues, a cualquiera que pudiera estar leyendo estas líneas, y en la medida de sus circunstancias, a disfrutar de alguna de las muchas oportunidades de voluntariado que tenga cerca.