La solidaridad no tiene edad

"Mi primer contacto con el voluntariado empezó hace dos años a través de una pequeña feria de asociaciones que tuvimos en el colegio. Una de las fundaciones que me llamó la atención fue Fundación Adsis. Después de reunirnos otra compañera, dos madres voluntarias y yo con un encargado de la fundación, concretamos fechas y empezó mi voluntariado. Al principio era una aventura totalmente desconocida, lo único que sabía era que iba a tratar con mujeres inmigrantes que no se desenvolvían con el castellano. Mi primer día estaba muy nerviosa, pero en cuanto empezaron a llegar las mujeres se me pasó. Más que clases al uso eran unos momentos en los que compartíamos lo que hacíamos, lo que nos gustaba hacer... Pero para muchas mujeres era uno de los únicos ratos en los que no realizaban tareas o estaban un rato con sus amigas. El número de mujeres que venía iba variando dependiendo de las semanas y aunque a algunas les costara más abrirse, todas estaban muy agradecidas y agradezco mucho haber podido participar en este voluntariado porque pude conocer a estas mujeres estupendas. Intentamos enseñarles no solo castellano, sino un punto de vista diferente y un rato agradable haciendo juegos, enseñándonos su cultura, cantando canciones o viendo películas.

Este voluntariado no siguió al siguiente año y me dio mucha pena ya que me hubiera encantado seguir. Después de este he hecho más voluntariados, pero en Fundación Adsis aprendí mucho de las mujeres y las otras voluntarias, por lo que recomiendo que todo el mundo, independientemente de su edad, pruebe a hacer un voluntariado porque a parte de sentirte muy realizado y aprender muchísimo es una gran oportunidad para abrir la mente".

"En 2013 descubrí Fundación Adsis. Llegaba de estudiar en el extranjero y quería nuevos retos. Después de buscar varias formas de colaborar como voluntario, descubrí que Fundación Adsis era la más directa, familiar y activa en la que podía participar.

El primer año de mi voluntariado empezaba después de impartir clases en un colegio privado donde los niños, de alto poder adquisitivo y con un comportamiento bastante mejorable, no valoraban suficientemente lo que recibían y lo que sus padres invertían en ellos en educación, actividades extraescolares y ocio. En cambio, al llegar a Fundación Adsis, solo un rato después, la atmósfera era bien distinta. En el ambiente, se notaba sobremanera las ganas que tenían de aprender, y lo valoraban como una oportunidad única, ya que en su entorno quizás no se pueden permitir pagar un refuerzo escolar o actividades extraescolares como música, danza u otros talleres. Veía más interés y alumnos abiertos de una forma especial al aprendizaje, que valoran lo que les podemos dar.

Esta experiencia replanteó muchas cosas en mi cabeza y también me hizo aprender y mejorar como educador. La labor que podemos realizar como voluntarios es muy importante. A veces no hay muchas horas a la semana para dedicar, pero se trata de aportar calidad más que cantidad. De ayudar con lo que tenemos, con una relación más abierta y personalizada que la de un educador estándar de colegio. Todos los niños y adolescentes tienen inquietudes y ganas de hacer muchas cosas, que a veces por su entorno y sus circunstancias les es difícil llegar. Debemos ser una ayuda para que todos tengan las mismas oportunidades y potenciar a los que tienen ganas de aprender”.