En foco
Jordi Sàlvia
Director técnico de la FEPA
La Federación Estatal de Pisos Asistidos (FEPA) es una organización de segundo nivel que aglutina a 75 entidades del Estado español, entre las que se encuentra Fundación Adsis. El nexo común de estas entidades es que acompañan a jóvenes sin apoyo familiar que, tras haber cumplido la mayoría de edad, ya no pueden seguir bajo el sistema de protección de menores. Esto quiere decir que, con tan solo 18 años y normalmente con historias de vida complicadas, son jóvenes que deben emanciparse y vivir de manera autónoma. Hemos hablado con el director técnico de la FEPA, Jordi Sàlvia, para conocer de cerca la realidad de estos y estas jóvenes.
Jordi, ¿cuántas personas jóvenes extuteladas hay actualmente en el Estado español?
Todo depende. ¿Cuándo se supone que deberían dejar de ser extutelados? Si miramos los Boletines de Datos Estadísticos de Medidas de Protección a la Infancia, a finales del 2021 habría alrededor de 21.000 personas jóvenes extuteladas de entre 18 y 21 años.
¿Cómo es posible que consigan emanciparse si en el Estado español sólo dos de cada diez jóvenes lo hace a los 29 años?
Luchando contra el contexto. Y es que si emanciparse en este país ya es complicadísimo, imagínate si llevas una mochila en la espalda como la de estas y estos jóvenes, que no cuentan con apoyo familiar y que provienen de realidades muy distintas pero normalmente muy complejas.
¿Y qué hacen las entidades?
Cada una interviene de manera diferente, pero un nexo común son los itinerarios de emancipación. Se trata de la piedra angular del trabajo y consiste en poner a la persona en el centro. A partir de ahí se trabaja con cada joven el camino para su emancipación en las mejores circunstancias posibles, adaptadas a su realidad y con un condicionante temporal muy limitado.
“Si emanciparse en este país ya es complicadísimo, imagínate si además llevas una mochila en la espalda”.
Y entiendo que también es clave facilitarles un techo bajo el que vivir.
Obviamente. Sin un techo, todo se complica mucho más. Y por ello existen los pisos de autonomía, pero el proceso de emancipación es mucho más profundo. Se necesita apoyo educativo, emocional, etc. Además, para una emancipación real es imprescindible contar con un trabajo digno y, para ello, es necesaria una buena base formativa que con 18 años es difícil de conseguir y menos si has vivido realidades complicadas en los años de escolarización.
¿Hay plazas en los pisos de autonomía para todas las personas que lo necesitan?
Depende de la comunidad autónoma, pero en términos generales, no. En primer lugar, y aunque desde 2015 la legislación española contempla medidas específicas de apoyo a la emancipación de estas y estos jóvenes, son las administraciones autonómicas las responsables de implementarlas. Y cada una lo hace de manera distinta. Además, no todas las personas son iguales y en algunos casos se necesita una atención especial o un contexto diferente. Y, finalmente, muchos de estos jóvenes llevan toda la vida bajo la tutela de la administración y, cuando cumplen la mayoría de edad, lo último que quieren es seguir bajo un recurso institucionalizado.
¿Y qué soluciones se plantean?
Desde el ámbito estatal ya hace tiempo que se está trabajando en una estrategia de desinstitucionalización, que pasa por la aprobación de la Ley de Servicios Sociales, lo que asegurará unos recursos mínimos en todas las comunidades autónomas. El siguiente paso es conseguir que los recursos estén adaptados a la realidad y necesidades de cada joven.
Dentro de este panorama, ¿qué papel juegan las entidades agrupadas en la FEPA?
Un papel fundamental. Los programas de emancipación han surgido, muchas veces, de las propias entidades que trabajan con menores tutelados y que han visto que era necesario crear algún recurso para que con la mayoría de edad no quedaran totalmente desamparados.
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