Un día con
VALLADOLID: TRANSICIONES VITALES
Historias de superación de jóvenes migrantes tras llegadas difíciles
El enfoque educativo de Fundación Adsis en Valladolid es global y pionero en la provincia. A través de varios programas, la fundación acompaña a menores y jóvenes que han estado o están bajo el sistema de protección a la infancia de la Junta de Castilla y León.
La acogida se da a través de los hogares de Fundación Adsis, dónde se les ofrece las herramientas necesarias para que cuando sean mayores lleven una vida independiente y alcancen sus metas. El objetivo es favorecer su crecimiento personal humano, y su proceso de inserción social, educativa y laboral, elementos clave para afrontar la vida de manera autónoma. Desde el Proyecto Enlace, el equipo de personas voluntarias complementa la labor profesional, convirtiéndose en referentes para menores y jóvenes.
Jóvenes migrantes
BANGLADESH
“Llegué a España con mi madre, mi padre y mis 5 hermanas desde Bangladesh. Vinimos aquí porque mi papá dijo que podíamos tener un mejor futuro, mejores estudios. Él abrió un negocio y nosotras íbamos a ayudarle. Durante dos años, mis hermanas y yo sufrimos maltrato psicológico y físico, entonces decidimos separarnos de él. Nos tutelaron a mí y a mis hermanas. Estuve en un centro de menores y cuando cumplí los 18 años fui a Fundación Adsis. Allí me ayudaron en todo lo que necesitaba. En ese momento yo no estaba nada bien, y ellos fueron mi gran apoyo, para los estudios, emocionalmente, en todo. Me ayudaron a conseguir trabajo y todo.
Cuando vine a Fundación Adsis estaba muy asustada. Me ayudaron a superarme a mí misma, mis miedos, mis limitaciones. Me enseñaron a cocinar, aprendí mucho en las tutorías, son un gran apoyo para mí.
Al llegar, yo no conocía nada de aquí, y tampoco sabía con quién iba a convivir. No sabía si iba a compartir el piso ni nada de eso, y también tenía otro miedo, por mi futuro. No sabía si iba a encontrar trabajo o si iba a formarme, pero los educadores estuvieron conmigo en todo momento y me ayudaron en todo. Siempre, incluso ahora, están conmigo hasta en los peores momentos. Por ejemplo, estuvieron las dos educadoras conmigo acompañándome al juicio, apoyándonos a mí y a mis hermanas en todo. También cuando operaron a mi hermana del oído, los educadores estuvieron más pendientes que yo, ya que yo no pude estar en todo momento porque estaba trabajando.
Ahora, después de un año, me veo muchísimo mejor. Ahora confío en mí, ahora sé que no tengo ese miedo que tenía antes de encontrar trabajo o de formarme. Nada de eso, y fueron los educadores quiénes me ayudaron a superarlo. Estuve haciendo un curso de camarera y otro de peluquería, y luego hice otro de cajera y de reponedora. Ahora mismo no estoy trabajando, pero estoy estudiando para sacarme la ESO".
Marruecos
“A los 13 años me fui de mi país. Quería intentar irme porque mi familia no vivía muy bien. Llegué a España en 2017. Me pillaron y me llevaron a un centro de menores en Cádiz. Estuve ahí unos 15 días y luego me fugué. En la frontera de Algeciras vi un camión, me agarré a la parte de abajo y llegué hasta Valladolid. Pasé dos días debajo del camión. Estaba reventado y tenía frío, mucho frío. Luego caminé unos 200 Kms. No hablaba castellano. Vi una carretera que iba a Madrid y subí a los bajos de otro camión, pensé que me llevara a donde sea. Pero la policía lo paró y me pillaron. Me llevaron a un centro y después de 6 meses, llegué a Fundación Adsis. Les tengo mucho cariño a todos en la fundación porque me han ayudado mucho. Se lo agradeceré siempre. Estuve en el hogar tutelado y me ayudó mucho a madurar. Cuando sales del hogar tienes que saber cómo cocinar y hacer muchas cosas. Eso lo aprendí allí, además de las formaciones que hice y que luego me ayudaron a buscar un trabajo. Yo, desde siempre, quise trabajar. Pero no podía porque no tenía permiso de trabajo. Vine aquí pensando en ayudar a mi familia enseguida y no pensaba que iba a estar tantos años en centros.
Ahora, gracias a la fundación, he encontrado trabajo y estoy muy bien. Aprendí mucho y eso me ayudó con el tema laboral. Aquí en España hay que hacer cursos, si no haces nada no trabajas. En Marruecos es diferente, siempre vas a trabajar en el campo. Aquí, sigo siempre aprendiendo y trabajando, gracias al apoyo de los educadores. Todavía ahora, vuelvo a veces a consultar dudas sobre algunos papeles que no controlo. Siempre tienen la puerta abierta para mí".
Costa de marfil
“Cuando era pequeña, me dieron en adopción por temas económicos. Soy de Costa de Marfil, pero nos fuimos a Marruecos a vivir durante 7 años y allí empezó mi infierno. Cuando mi madre dijo de venir a Europa, a mí me pareció bien. Llegué en patera y siendo menor de edad. No tenía documentación ni nada, y me metieron en un centro de menores. Ahí empecé a contar mi historia a los educadores y a la asistenta social. Para mí, en esa época, haber sufrido era normal, porque yo no lo veía como un maltrato, ni psicológico ni físico, porque la educación en mi país era así. Durante 9 meses en el centro aprendí muchas cosas, y hace 3 años que estoy en Fundación Adsis. He decidido independizarme y tomar mi vida con autonomía. Ha sido un cambio radical, gracias al proyecto, ahora tengo una estabilidad emocional y sé quién soy yo. También he podido estudiar, cosa que antes pensaba que no podría hacer de ninguna manera. Me siento muy bien. Miedo no tengo porque creo que tengo ya las piezas que necesitaba para la vida.
Ahora tengo 17 años. Llevo aquí desde los 14. Aquí me han enseñado a valorarme a mí misma y a valorar lo que tengo y también a luchar por lo que quiero. Yo siempre pensaba que no servía para nada. Al llegar aquí, muchas cosas que eran impensables para mí, las pude realizar. Y eso ha sido algo que me ha marcado mucho. Yo sé que es un proyecto que algún día acabará, porque todo lo que empieza acaba. Pero yo me siento muy bien, como si fuera mi propia casa, como si fueran mis propios padres, cosa que en mi vida no tuve. Y eso me ha marcado mucho".
Rumanía
"En Rumanía tenía una vida muy difícil de llevar. Llegué con mi madre y mi hermano pequeño a España, hace 3 años. Yo tenía 13 años y mi hermano 4. No hablaba el idioma y estaba muy perdido por el mundo, quería una vida mejor y más tranquila. Pero todos esos miedos los he podido superar y ahora me siento más español que rumano.
Al llegar a España ingresé en un centro de menores. Estaba muy asustado porque no sabía lo que iba a pesar. Tenía muchísimo miedo, que me trataran mal o de no ser aceptado. Me imaginé un centro tal como eran en Rumanía, parecido a una cárcel. Por una parte estuve bien, pero las condiciones en las que vivía no eran tranquilas. En ese centro me aislé un montón, me sentía muy agobiado porque estaban muy encima de mí todo el tiempo, y no me dejaban ser independiente. Yo soy muy responsable, me ha tocado soportar de todo y ser como un padre con mi hermano pequeño.
Pasado un año, pedí ir al hogar tutelado El Juglar, de Fundación Adsis. Hablé con mi técnico y con los educadores de tener la oportunidad de ir allí, porque me sentía apto y no quería seguir en ese centro. En el Juglar la vida es tranquila y te preparan un montón. Aprendes a ser más independiente, vas al médico tú solo… Tienes más autonomía, sin depender de nadie. Mi vida en este piso empezó con un gran apoyo por parte de los educadores. Al sentir esa confianza me he podido abrir y mejorar muchas cosas de mi mismo. He madurado un montón y he avanzado muchísimo como persona. Ahora soy mucho más responsable con los estudios, buscando que estén satisfechos conmigo y mirando de fallar a nadie, ni a mis educadores ni a mis compañeros. Y también, sentirme bien conmigo mismo y con los demás.
El cambio fue gracias a mi tutora, mi educadora de referencia. En las tutorías puedo depositar mucha confianza en ella, contarle las cosas sin miedo a que me critique o a ser rechazado. Siempre me llevo cosas que son buenas para mí. Y me ayudan a darme cuenta de lo que es bueno y lo que es malo.
Cuando uno llega, como no sabe cómo será su vida aquí, se encierra y se hace muchísimas preguntas y te da miedo. Da miedo a abrirte y a poder confiar en el mundo, solo confías en ti mismo. Si llegan más chicos nuevos aquí en el piso, yo seguiré estando. Les ayudaría muchísimo a incorporarse, a sentirse aceptados y a sentir que aquí van a tener otra familia, otra familia donde apoyarse y con quiénes poderse abrir y mejorar como todos".
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